La Arcilla destaca por su gran poder de absorción de calor y la eliminación de toxinas acumuladas bajo la piel, contribuyendo de esta forma al drenaje y disolución de abcesos, forúnculos e impurezas en general. Presenta una acción cicatrizante, curando la piel sin dejar señales y convirtiendo a la arcill en un producto ideal para la depuración y regeneración de la epidermis.
Sus propiedades analgésicas, refrescantes y antiinflamatorias, la hacen también especialmente útil, para aminorar los efectos de las inflamaciones cutáneas de diversa índole (golpes, picaduras de insectos, quemaduras..), aconsejándose su uso en forma de cataplasma fría.
Se puede aplicar para acné, puntos negros, cutis grasos, depuraciones de la piel, contusiones, hematomas, abcesos, forúnculos, psoriasis, eczemas, contracuras, artritis, artrosis, lumbago, varices.....
Modo de empleo: en un recipiente NO metálico, en el que se ha puesto agua o un cocimiento de plantas medicinales, verter la cantidad de arcilla suficiente para preparar la cataplasma o mascarilla. Amasarla con una espátula o cuchara de madera, hasta formar una pasta homogénea. Como mascarilla de belleza, extender una fina capa sobre la zona deseada, dejándola actuar de 10 a 15 minutos. Posteriormente aclarar con abundante agua tibia. Finalmente aplicar una crema hidratante. Como cataplasma, aplicar directamente sobre la piel una capa gruesa y dejar actuar entre una y tres horas. Ayudarse de un paño seco o venda para sujetarla. Retirla posteriormente y limpiar la piel con agua tibia. Aplicar finalmente una crema hidratante.
|